Esquina de oración ortodoxa

Oración de las 12pm

Gloria a Ti, Dios nuestro, gloria a Ti

Rey celestial, Consolador, Espíritu de verdad, que estás en todo lugar, llenándolo todo, Tesoro de bienes y Dador de vida, ven a habitar en nosotros, purifícanos de toda mancha, y salva, Tú que eres bueno, nuestras almas.

Santo Dios ☦️, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros. (tres veces)

Gloria al Padre ☦️ al Hijo y al Espíritu Santo; ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

Santísima Trinidad ☦️, ten piedad de nosotros. Señor purifícanos de nuestros pecados. Maestro, perdona nuestras transgresiones. Santo, visítanos y cura nuestras dolencias, por tu nombre.

Señor, ten piedad. (tres veces)

Gloria al Padre ☦️ y al Hijo, y al Espíritu Santo; ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo. El pan nuestro sustancial de cada día, dánoslo hoy, y perdóna nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores, y nos dejes caer en la tentación, más líbranos del maligno.

Amén.

Venid ☦️, adoremos y postrémonos ante Dios nuestro Rey.

Venid ☦️, adoremos y postrémonos ante Cristo, nuestro Rey y nuestro Dios.

Venid ☦️, adoremos y postrémonos ante el mismo Cristo, nuestro Rey y nuestro Dios.

Salmo 53

Oh Dios, sálvame en tu Nombre, y con tu valentía defiéndeme. Oh Dios, oye mi oración; escucha las razones de mi boca. Porque extraños se han levantado contra mí, y fuertes buscan mi alma; no han puesto a Dios delante de sí. He aquí, Dios es el que me ayuda; el Señor es con los que sustentan mi alma. El volverá el mal a mis enemigos; córtalos por tu verdad. Voluntariamente sacrificaré a ti; alabaré tu Nombre, oh SEÑOR, porque es bueno. Porque me ha librado de toda angustia, y sobre mis enemigos vieron mis ojos el deseo de El.

Salmo 54

Escucha, oh Dios, mi oración, y no te escondas de mi súplica. Está atento, y respóndeme; clamo en mi oración, y me conmuevo, a causa de la voz del enemigo, por la opresión del impío; porque echaron sobre mí iniquidad, y con furor me han amenazado. Mi corazón está doloroso dentro de mí, y terrores de muerte han caído sobre mí. Temor y temblor vinieron sobre mí, y terror me ha cubierto. Y dije: ¡Quién me diera alas como de paloma! Volaría yo, y descansaría. Ciertamente huiría lejos; moraría en el desierto. Me apresuraría a escapar del viento tempestuoso, de la tempestad. Deshace, oh Señor, divide la lengua de ellos; porque he visto violencia y rencilla en la ciudad. Día y noche la rodean sobre sus muros; e iniquidad y trabajo hay en medio de ella. Agravios hay en medio de ella, y el fraude y engaño no se apartan de sus plazas. Porque no me afrentó un enemigo, lo cual habría soportado; ni el que me aborrecía se engrandeció contra mí, porque me hubiera escondido de él; mas tú, hombre, según mi estimación: mi señor, y mi familiar. Porque juntos comunicábamos dulcemente los secretos, en la Casa de Dios andábamos en compañía. Condenados sean a muerte, desciendan vivos al Seol, porque hay maldades en su compañía, entre ellos. Yo a Dios clamaré; y el SEÑOR me salvará. Tarde y mañana y a mediodía hablo y bramo; y él oirá mi voz. El ha rescatado en paz mi alma de la guerra contra mí; porque muchos fueron contra mí. Dios oirá, y los quebrantará, y el que permanece desde la antigüedad; por cuanto no se mudan, ni temen a Dios. Extendió sus manos contra sus pacíficos; ensució su pacto. Ablandan más que manteca su boca, pero guerra hay en su corazón; enternecen sus palabras más que el aceite, mas ellas son espadas. Echa sobre el SEÑOR tu carga, y él te sustentará; nunca permitará que resbale el justo. Mas tú, oh Dios, los harás descender al pozo de la sepultura; los varones sanguinarios y engañadores no vivirán ni la mitad de sus días; pero yo confiaré en ti.

Salmo 90

Señor, tú nos has sido refugio de generación en generación. Antes que nacieran los montes y formaran la tierra y el mundo, y desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios. Vuelves al hombre hasta ser quebrantado, y dices: Convertíos, hijos de Adán. Porque mil años delante de tus ojos, son como el día de ayer, que pasó, y como la vela de la noche. Los haces pasar como avenida de aguas; son como sueño; a la mañana está fuerte como la hierba, que a la mañana florece, y crece; a la tarde es cortada, y se seca. Porque con tu furor somos consumidos, y con tu ira somos conturbados. Pusiste nuestras iniquidades delante de ti, nuestros yerros a la lumbre de tu rostro. Porque todos nuestros días declinan a causa de tu ira; acabamos nuestros años según la palabra. Los días de nuestra edad son setenta años; y de los más valientes, ochenta años, y su fortaleza es molestia y trabajo; porque es cortado presto, y volamos. ¿Quién conoce la fortaleza de tu ira? Que tu ira no es menor que nuestro temor. Para contar nuestros días haznos saber así, y traeremos al corazón sabiduría. Vuélvete a nosotros, oh SEÑOR: ¿hasta cuándo? Y aplácate para con tus esclavos. Sácianos de mañana de tu misericordia; y cantaremos, y nos alegraremos todos nuestros días. Alégranos conforme a los días que nos afligiste, y los años en que vimos el mal. Aparezca en tus esclavos tu obra, y tu gloria sobre sus hijos. Y sea la hermosura del SEÑOR nuestro Dios sobre nosotros; y enderezca sobre nosotros la obra de nuestras manos, la obra de nuestras manos enderezca.

Gloria al Padre ☦️ y al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

Aleluya, Aleluya, Aleluya. Gloria a Ti oh Dios. (tres veces)

Señor, ten piedad. (tres veces)

Puesto que no tenemos audacia por la multitud de nuestros pecados, tú, oh Teotókos Virgen, ruega al que de ti nació, porque los ruegos de la Madre pueden mucho con la buena voluntad del Maestro; no desprecies las súplicas de pecadores, oh Venerabilísima, porque misericordioso y poderoso para salvar es el que quiso sufrir por nosotros.

Anticípennos presto tus misericordias, Señor, porque estamos muy abatidos. Ayúdanos, Dios, salud nuestra, por la gloria de tu nombre; y líbranos y aplácate sobre nuestros pecados por amor de tu nombre.

Señor ten piedad. (cuarenta veces)

Tú que en todo tiempo y a toda hora, tanto en el cielo como en la tierra, eres adorado y glorificado, Cristo Dios, paciente, grande en misericordia y ternura, que amas al justo y tienes piedad del pecador, que a todos los hombres llamas a la salvación, por la promesa de bienes venideros, tú mismo, Señor, recibe también nuestras súplicas en esta hora; dirige nuestra vida en tus mandamientos, santifica nuestras almas, limpia nuestros cuerpos, dirige nuestros pensamientos, limpia nuestra mente, líbranos de toda tribulación, iniquidad y aflicción, y rodéanos de tus ángeles santos, para que guardados y guiados por sus huestes, seamos dignos de la unidad de la fe, y del entendimiento de tu inaccesible gloria. Porque bendito eres por los siglos de los siglos. Amén.

Señor ten piedad. (tres veces)

Gloria al Padre ☦️ y al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

Más honorable que los Querubines, e incomparablemente más gloriosa que los Serafines, tú que sin mancha has engendrado a Dios el Verbo, verdadera Teotókos, te magnificamos.

Oración de San Basilio El Grande

Dios y Señor de las Potestades, y de la creación entera el Autor, que, por la ternura de tu incomparable misericordia, enviaste a tu hijo unigénito, nuestro Señor Jesucristo para la salvación de nuestro género, y por medio de su preciosa Cruz trajiste la cédula de nuestros pecados, y con ella triunfaste sobre los orígenes y poderes de la oscuridad, tú mismo, Maestro que amas a los hombres, acepta estas acciones de gracias y oraciones de súplica de nosotros pecadores. Líbranos de toda caída oscura y dañosa y de todo enemigo visible e invisible que nos busque a hacernos maldad. En clava nuestra carne al temor de ti y no inclines nuestros corazones a palabras o pensamientos de maldad, más hiere nuestras almas con el anhelo de ti, para que siempre mirándote y siendo guiados por la luz que viene de ti, y viéndote, Luz inaccesible y sempiterna, podamos reunir incesante confesión y gracias, al Padre, que es sin principio, juntamente con el Hijo unigénito, y el Santísimo Espíritu Bueno y Vivificador, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

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