Introducción:
En la tradición ortodoxa, el título de teólogo no se otorga por erudición académica, sino por la experiencia directa de Dios en la vida del santo. Esta concepción alcanza una de sus formulaciones más sublimes en las palabras de San Gregorio el Teólogo (Gregorio Nacianceno), uno de los más grandes Padres Capadocios del siglo IV. En su célebre Oración 27, Gregorio establece que:
“No todos pueden filosofar sobre Dios. No lo puede hacer cualquiera, ni en cualquier momento, ni sobre cualquier tema, sino sólo aquel que se ha purificado a sí mismo y lleva una vida de contemplación” (Oratio 27, 3).
Este principio se convierte en un pilar de la teología ortodoxa: solo quien ha sido iluminado por la gracia puede hablar con verdad sobre Dios.
1. La Teología como Contemplación: Noética, No Conceptual
Para San Gregorio, la teología no es el producto de una facultad racional superior, sino el fruto de una experiencia mística que acontece en el nous —el corazón espiritual del hombre. La teología auténtica no nace de bibliotecas, sino del silencio del alma en comunión con Dios.
En la misma Oración Teológica, Gregorio declara que el teólogo debe haber “vivido en contacto con Dios, lo haya experimentado y, en alguna medida, lo haya comprendido en el silencio del alma”. De este modo, la teología es inseparable de la purificación interior y la contemplación (theoría), en un camino ascético que recuerda el de Moisés, quien primero se purificó, luego subió al Sinaí, y allí, en la oscuridad divina, “vio” a Dios (Éxodo 33,11; 34,5-6).
2. El Conocimiento de Dios como Participación, No Información
Gregorio se mueve en una lógica que será luego desarrollada plenamente por la teología hesicasta. Para él, conocer a Dios no es poseer conceptos sobre Él, sino ser poseído por su presencia. En este sentido, la teología no es un saber abstracto, sino una participación ontológica.
“La teología pertenece a los que han pasado por la purificación del alma y del cuerpo, a quienes han elevado el espíritu por encima de la carne y han unido su pensamiento con lo divino” (Or. 27, 3).
Este principio resuena en toda la tradición ortodoxa posterior, especialmente en San Máximo el Confesor y San Gregorio Palamás, quienes vinculan el conocimiento de Dios con el proceso de teosis (divinización), mediante la participación en las energías increadas de Dios.
3. El Santo como Verdadero Teólogo
En el mundo ortodoxo, sólo tres personas han recibido oficialmente el título de Teólogo: San Juan el Evangelista, San Gregorio el Teólogo, y San Simeón el Nuevo Teólogo. Este hecho no es casual: todos ellos son conocedores de Dios por experiencia directa, no por formación escolástica.
En la espiritualidad ortodoxa, el verdadero teólogo no necesariamente escribe tratados ni enseña en universidades, sino que vive en constante comunión con Dios. De ahí que Evagrio Póntico, monje del desierto y gran místico, sintetice esta visión diciendo:
“El que ora verdaderamente es teólogo, y el que es teólogo ora verdaderamente” (Sobre la Oración, 60).
4. Implicaciones para la Teología Contemporánea
San Gregorio denuncia con fuerza el riesgo de una teología hecha desde la vanidad intelectual. Él señala que hablar de Dios sin haberlo experimentado es no solo inútil, sino peligroso, pues pervierte el misterio en ideología. Esta advertencia sigue siendo actual en tiempos en que la teología corre el riesgo de convertirse en ejercicio académico sin espíritu.
Como señala Vladimir Lossky:
“La teología no es una ciencia, sino un conocimiento místico. Es la expresión de una vida en Dios” (Teología Mística de la Iglesia de Oriente, p. 14).
El mensaje de San Gregorio invita a los teólogos modernos a recuperar el camino del corazón, el silencio, la santidad y la humildad, sin los cuales toda palabra sobre Dios es vacía.
Conclusión
Para San Gregorio el Teólogo, el teólogo es aquel que ha visto a Dios. Esta visión no es ocular, sino espiritual; no se da por estudio, sino por gracia, oración y vida santa. La teología ortodoxa, fiel a esta herencia, sigue afirmando que el único conocimiento verdadero de Dios es aquel que transforma al hombre en templo vivo del Espíritu. No basta con hablar de Dios; hay que vivir en Él.
Bibliografía
- Gregorio Nacianceno, Discursos Teológicos (Orationes Theologicae).
- Evagrio Póntico, Sobre la Oración.
- San Máximo el Confesor, Ambigua.
- San Gregorio Palamás, Triadas en defensa de los santos hesicastas.
- Vladimir Lossky, Teología Mística de la Iglesia de Oriente.
- Kallistos Ware, La Iglesia Ortodoxa.
- La Sagrada Escritura (Éxodo 33-34; Mt 5,8; Jn 17,3).